Ganas tenía de comentar algo sobre Egipto, sobre los
lamentables sucesos de Egipto. Y lo primero que ya me pregunto es porque uso el
calificativo plural de “lamentables sucesos”. Hay una necesaria y “romántica” primavera
árabe que depone a la vaca que ríe, así llamaban muchos coloquialmente a
Mubarak, el cual tenía controlado a la mayoría de grupos fanáticos musulmanes.
Un nuevo país está surgiendo de entre las arenas, de donde surgen también los
escorpiones. Hay elecciones presidenciales y ya no lo pintan bonito; los
hermanos musulmanes las ganan democráticamente y la legitimidad les avala para
ocupar la presidencia del país. Se retrocede en el tiempo, en los derechos, en
las expectativas, y los go
biernos occidentales a verlas venir. Los que
iniciaron los cambios ya no cuentan, las mujeres que pedían libertad son
proscritas, de todas maneras lo hubieran seguido siendo por mucho tiempo, los
aires de cambio no huelen a frescor de primavera, huelen a pescado de río podrido.
Comienzan los cambios de los escorpiones y es ahora cuando se les empieza a
conocer, pero bueno en eso deberíamos ser conscientes, digo yo, la alianza de
las civilizaciones nos lo explicaría. Cambios legislativos y constitucionales,
vuelta a la personalización del poder e imposición de dogma, ya está la olla
encendida y bufando la presión. En el país se están produciendo cambios que no
eran los esperados tras una revolución, el país se está islamizando, para esto
no apoyaron las potencias occidentales la primavera. Entran en juego los
militares. Esta es la guinda occidental. Hay un golpe de estado contra el
legítimo presidente de una república árabe, se suspende el legislativo, se
persigue a los fanáticos musulmanes y el país lo dirigen los civiles de la
primavera vigilados por el ejército o viceversa. ¿Dónde están los lamentables sucesos?.
Como ya he comentado, yo defiendo a muerte mi vida si mi vida y la de los míos están
en juego, y defiendo mi estilo de vida si la misma está en juego. Los fanáticos
musulmanes, prefiero y deseo, que se queden en su lugar de origen, y si en su
lugar de origen pueden darle solución, pues no me voy a rasgar las vestiduras.
A mí que no me vengan con zarandajas de que esto es producto de la
globalización y que la culpa la tiene occidente. He tenido la suerte de viajar
por países musulmanes y conocer a sus gentes, y aunque no podemos meter a todos
en el mismo saco, tampoco voy a hacer saquitos para cada colectivo, no toca.
Nos interesa, por lo menos a mí, una república, una monarquía, una dictadura o
dictablanda que contenga al fanatismo. Recuérdese Argelia, o sin ir más lejos a
Marruecos, que si continúa su rey en el trono es porque lo mantienen los
gobiernos occidentales para contener las hordas de fanatismo musulmán. Callejón de Mahmoud, foco político contra la dictadura del Rais. |
Aquí no se habla, que si se quiere se puede hacer, de la
legalidad o no del “derrocamiento” de Mursi en Egipto, se habla de contener a
los hermanos musulmanes, de lo que nos interesa. Tampoco se habla de sostener
al dictador sirio, se trata de supervivencia ante la entrada de las hordas
musulmanas radicales, se trata de definir sin tapujos ni ambages qué nos
interesa; ¿qué es bueno para nosotros?.